Hacía meses que algo no iba bien cuando por fin ella
llego a aquella sala estéril del hospital. Se sentó en una silla de plástico, de
esas que parece que se tambalean un poco, en frente de una mujer joven, morena.
Laura, se llamaba.
-Bueno, es tu primera visita - dijo Laura -,
empieza a contarme porque estás aquí.
-¿Por dónde empiezo? Preguntó ella.
-Pues por el principio, dijo Laura.
En realidad no tenía claro cuál era el principio,
quizás fue el momento en que nació. Pero no tenía muchas referencias sobre eso,
así que decidió empezar por el momento en que las cosas habían empezado a ser
extrañas.
Desde hace tiempo que tenía claro que alguna cosa
no andaba bien con ella. Pero siempre lo achacó a su juventud, quizá a ser una
niña malcriada, aunque no lo sabía muy bien. Tenía ahora 25 años, aún se
consideraba joven, pensó que sentaría la cabeza con los años así que muchas
veces no dio importancia a los actos que la habían llevado hasta allí, pensó
ella.
Así que empezó su relato. Había llegado a la ciudad
condal a los 18 años, para empezar la universidad, una nueva vida. Llevo la
vida normal de una universitaria jovencita, tuvo algunas parejas, fue a algunas
fiestas y empezó a trabajar a media jornada. Todo parece normal.
El problema es que no sabía muy bien porque siempre
desarrollaba una relación muy tóxica de amor-odio y dependencia que siempre
acababa por romper todas sus relaciones. Había momentos en que sus sentimientos
eran tan intensos que se mezclaban. Y no sólo en las relaciones románticas sino
en todas. Siempre había sido una chica muy visceral.
Pero las cosas empezaron a ponerse feas de verdad a
partir de los 24 años. Por aquella época tenía una pareja estable con la que
más o menos convivía. Y en alguno de aquellos remolinos de locura, que
desembocó en un odio irracional llego a una situación totalmente diferente.
Empezó a tener amantes, varios, a salir de fiesta con gente que apenas conocía,
estaba despierta todas las noches, bebía mucho, desaparecía durante días y amanecía
en otras ciudades sin tener muchos recuerdos claros al respecto.
Hasta que un día conoció a un chico que resultó ser
especial, y acabó por desatar toda su locura, la pequeña cuerda que la unía a
su cordura se rompió. Ya ni siquiera podía reconocerse a sí misma en el espejo,
literalmente. Escuchaba sus pensamientos tan altos que parecían voces, y le
costaba hablar, porque lo hacía a tal velocidad que no conseguía vocalizar para
que la entendieran.
Después de pasar varias noches sin dormir empezaron
las alucinaciones y la paranoia Y ese fue el momento de tocar fondo. Días
después de que acabara toda esta locura hiperactiva y a causa de una pelea, se
sumió en una grave depresión, que fue lo que la arrastró hasta aquella sala.
Estaba sentada en la consulta de una psiquiatra,
que le confirmo lo que ella ya esperaba.
- -Después de
realizarte varios test y de escuchar tu historia, creo que lo tuyo es un caso
claro de Trastorno Bipolar. En las próximas sesiones determinaremos exactamente
d que tipo de trastorno bipolar se trata, dijo Laura la psiquiatra.
Tanto tiempo creyendo que era una niñata malcriada
y resulta que no oye, resulta que lo que le pasaba es que está loca, Mucho
mejor donde vamos a parar, pensó ella.
Gracias por tu sinceridad y por compartir tu experiencia.
ResponderEliminarGracias.
No hay de que !! Siempre tiene que haber un hueco para todos los temas ^^
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